miércoles, 25 de septiembre de 2013

Llamada para clarinete solo

El día de ayer en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, y específicamente en el auditorio de la facultad de Ciencias de la Educación se llevó a cabo uno de los conciertos de aniversario por los sesenta años de la misma. Hasta el día jueves se presentarán estos conciertos a las seis de la tarde, con presentaciones de los estudiantes que se han estado preparando.

No pude escuchar todo el concierto, pero sé que escuché la obra justa, pues nadie podía imaginar de qué se trataría la "Llamada" para clarinete solo, de S. Gómez, sin embargo me otorgó de una experiencia nueva y enriquecedora. 

Cuando el joven intérprete, Sebastián Gómez, inició la obra golpeando la parte inferior del instrumento, supe que debía abrir mi audición, por lo que ya no esperé un tema (y de hecho no lo hubo). Cualquiera podría decir que sólo eran fragmentos de una nota larga con notas cortas, pero ahí había algo más. Antes habían colocado muy acertadamente un micrófono para que se escuche mejor, y era ésto lo que había cambiado el tono de la obra, pues la parte larga dejaba una resonancia muy interesante que se mantenía en los parlantes mientras el clarinetista seguía tocando. En efecto, él estaba creando su acompañamiento durante la obra impregnándole de un matiz único y sorprendente que la hizo memorable.

Por supuesto que pocas personas debieron notar este efecto. Podría casi asegurarlo. Las obras contemporáneas no son siempre entendidas más que como efectos al azar creados con el instrumento, pero su fondo suele ir más allá, aunque a veces hace falta atención del espectador para comprenderlo y un cierto nivel de apreciación musical. 

El saber de música contemporánea tampoco hace que le guste a alguien, a veces no es necesario el conocimiento para generar aprecio, sin embargo permite una comprensión mejor de este estilo, lo cual es suficiente en muchos de los casos, pues esta música no siempre tiene el objetivo de agradar, sino de expresar lo que el músico quiere, o de ser sólo música, nada más. En la cuestión de la sonoridad o de otros efectos, sólo es cuestión de prestar atención no sólo a lo superficial, también al fondo sonoro que se presenta en cada circunstancia, y escucharlo, y aprovecharlo, y vivirlo al máximo, porque eso también influye en el resultado final de la obra.