martes, 9 de noviembre de 2021

Día de los difuntos

 El pasado 2 de Noviembre celebramos en Ecuador, así como en varios países de Latinoamérica, el día de los difuntos, con el cual recordamos a los seres queridos que murieron en tiempos pasados y tomamos el día como un momento de visitarlos y que nos visiten, reconectándonos con ellos. En honor a este día hay numerosas tradiciones, cantos y comida. Aquí compartiré una melodía que tiene canto, pero presentamos de forma instrumental: 


Salve Salve Gran Señora


Letra: 
Salve, Salve, Gran Señora

Salve Poderosa Madre

Salve Emperatriz del Cielo

Hija del Eterno Padre


El ritmo es Yupaichishca, un género precolombino, este el único ejemplo, al que se le ha añadido letra en español cuando llegaron los españoles a América. La letra original está perdida, quedando la obra mestiza, común en los funerales y las procesiones, se mantiene más viva en las zonas rurales, pero su hermosura melódica va más allá y vive en la tradición y la cultura ecuatoriana. 

sábado, 3 de abril de 2021

Viernes Santo

Ayer fue Viernes Santo

si acaso, los católicos lo ven con importancia, 

esta semana es la que define más 

la razón del catolicismo. 


Yo, por mi parte, dediqué a este día una pequeña canción: 


Nada que yo haga es "lo ideal"

... pero al menos me gusta tocar música...

sábado, 25 de agosto de 2018

¿Poesía?

Ha sido un largo tiempo que no leo en serio,
que no leo poesía.
La mayoría de letras que pasan por mis ojos
son leyes, boletines, impuestos,
declaraciones notariadas,
juramentadas.

¿Y qué más podía leer?
El mundo es práctico antes que poeta,
y la poesía es efímera como la lluvia
que te encanta cuando cae
pero no en un día laboral,
sólo cuando hay tiempo para la melancolía.

Curioso que los últimos poemas que leí
eran infantiles, simples,
para encantar, contar un cuento,
inspirada en un videojuego
sobre literatura precisamente:
Doki Doki Literature Club.

¿Es poético hablar de videojuegos?
¿Qué admite la poesía en su forma?
¿Puedo decir groserías?
¿Puedo decir vanalidades?
¿O debo seguir al pie las reglas
de la expresión y la belleza?

Es una pregunta demasiado ambigua:
la belleza se ha perdido;
ya nadie sabe lo que es,
apenas distinguen lo que no es,
pero ante sus ojos, es apenas
un espejismo de dudas
basadas en lo que la historia nos deja.

Entonces, ¿en qué queda la poesía?
Quisiera saber, así como otras artes:
la fotografía,
la pintura,
la escultura,
a qué se rigen realmente,
quienes quieren hablar a través de ellas,
¿realmente tienen algo que decir?

domingo, 16 de abril de 2017

Canto fúnebre de Andrés Chiliquinga a la Cunshi





Una de tantas cosas que he hecho estos meses: La historia de Huasipungo, de Jorge Icaza, narra muchas aventuras y desventuras de blancos, cholos, criollos e indios ecuatorianos de la época en que se mantenían muy al margen unos de otros, llevándose los indios la peor parte. Andrés era uno de estos indios, quien, por infortunios de muchas causas y cauces en su mundo, perdió a su compañera y madre de su hijo, la Cunshi. En el texto narra que él le cantaba sanjuanitos para despedir su alma, mas cuando pienso en un canto fúnebre viene a mi mente un yaraví, así que eso es esta canción.

martes, 17 de mayo de 2016

Libros que he leído

Desde el 2013, desde marzo, así marca la fecha del primer libro que anoté. No es el primero que he leído, pero desde ese momento quise tener un registro por la relevancia del libro y del objetivo que me planteaba: conocer, al menos una vez, todos los libros de la editorial Ariel Juvenil que yacen en mi casa, me parecía una falta de respeto no haberlos conocido, aun habiéndolos visto durante tantos años adornar el librero de la casa.

El primer título es "Las aventuras de Tom Sawyer", de Mark, Twain, un buen libro, de muy buena reputación histórica desde el autor. Debo decir que no es de mis favoritos, pero le doy su merecido valor como obra literaria. El siguiente, "Las mil y una noches", me agradó más por su complejidad y su forma de narrar dentro de narraciones, aunque no lo recuerde del todo. Sigue "Robinson Crusoe", de Daniel Defoe... había tenido muchas implicaciones sociales, aunque sólo se refiere a la sociedad, recuerdo haber cuestionado en más de una ocasión el pensamiento de Robinson, pero nada podía hacer ya por él: así había sido criado y así comprendía el mundo. "Simbad el marino" es un libro que leí, pero poco recuerdo de él, más viene a mí la película... obviamente, la había visto más veces que leído el libro. Por otro lado, "Corazón", de Edmundo de Amicís, está más en mi memoria por lo cálido de los personajes y lo desgarrador de la muerte de la madre de Garrón, creo que eso me marcó más en aquella obra, pero es muy rica en enseñanzas, la recomendaría a más de un estudiante y a cualquier padre y maestro.

Según la colección incompleta que tenía, seguía "Hucleberry Finn", de Mark Twain, otro libro famoso que no valoré, seguramente, porque no es de mis favoritos. Después, "Tartarín de Tarascón", un polo opuesto del anterior, pues de éste recuerdo mucho más, en especial lo fluido que era, lo gracioso y lo entrañable del personaje, tan simpático y bonachón. Alfonso Daudet, quisiera leer más de él, en aquel momento no lo hice porque me apresuré al siguiente libro: "Miguel Strogoff", de Julio Verne. No sé por qué no fue tan famoso como sus demás libros, pero debió ser una inspiración para el personaje de Kalimán, el héroe de la radio de hace ya muchos años, pues sí que transmitía emoción leer a este carismático hombre realizar sus hazañas en medio de la nieve y las inclemencias de la situación política en la que se desarrollaba la historia... quién diría que un mensajero y su aventura podrían ser tan interesantes. "El retrato de Dorian Gray seguía", recuerdo la historia, recuerdo saber que Oscar Wilde se proponía una novela de suspenso, pero no era extrema, mantenía, a mi parecer, un encanto poético en medio de su oscura ambientación. "Napoleón", de Flores Lázaro y "Cristóbal Colón", de Armonía Rodríguez fueron los siguientes libros, biografías, que no recuerdo a detalle, menos del primero que del segundo, sin embargo tenían una bonita redacción, más atrayente que las modernas biografías de los libros de texto, seguramente porque tenía una posición de los autores, no simplemente datos históricos.

Siguiendo con los libros Ariel Juvenil, de Rafael Sabatini leí "El capitán Blood", un libro que, lamentablemente, no recuerdo tan bien, pero recuerdo que era de piratas... debería volver a leerlo. El que no me inspira tanto volver a leer fue "La voz de las Campanas", de Charles Dickens, seguramente porque ya estoy empachada de su cuento de Navidad y este cuento me pareció enormemente similar en el fondo. Siguiendo, "El extraño caso del Dr Jeckill y Mr. Hyde", de Robert L. Stevenson, más oscura que la novela de Wilde, en estos tiempos es más predecible, pero sé que en su momento causó sensación, está bien lograda. "El último mohicano", para pesar mío, no regresa a mi memoria, supongo que no me gustó o que no lo leí con atención, apenas recuerdo de qué se trataba. Seguí con libros de otras editoriales, biografías: "Simón Bolívar" y "Luis N. Dillon", el segundo me interesaba más, estaba escrito por mi abuelo, Bolívar Bravo, periodista en su tiempo, ya bastantes años ahora. El libro es de 1978.

También leí la obra lírica de Juan Bautista Aguirre, se notaba que odiaba a Quito, pero era un gran poeta y escritor, me había gustado bastante. Volví a la colección y seguí con "Los miserables", de Víctor Hugo. Recuerdo que era ambientada en las épocas de la revolución francesa y otros detalles, pero quisiera volver a leerla para recordarla bien. "Un yanqui en la corte del Rey Arturo", por otro lado, tuvo la misma suerte que Simbad: pensé más en la película, pero no eran tan similares. Me salí de la colección de nuevo para visitar un libro que ya varias veces ha pasado por mí (y por muchas personas): "El principito", todavía hermoso y todavía lleno, no importa cuántas veces se consuma su lectura. Cambié a "La llamada de Chtulhu", de Lovecraft, en esencia porque a medias me encontraba /y me encuentro) de un trabajo llamado "El necronomicón", cuya introducción no deja de nombrar a esta obra y a este autor; obviamente abren el interés. Siguiendo, y porque el libro es de los más antiguos que hay en mi casa, leí "Nociones de historia de Roma por el profesor M. Creighton", de la universidad de Oxford, ahora ya un libro histórico en sí mismo. Tenía una prolija cronología de esta nación con descripción de todos sus emperadores, su ascenso y su caída. Si pudiera lo recomendara a todos, pero prestarlo en su estado sería perderlo para siempre. Seguía fuera de la editorial de mi objetivo inicial, pero no me detenía, leí "Arte Oral en el Ecuador"; de Alba Moya, un libro bastante interesante y "El fin del mundo y un siniestro país de las maravillas", de Haruki Murakami. Este libro es muy apreciado y lo recuerdo bastante, especialmente porque no estaba en mi casa, lo compré, lo quería comprar, lo quise descubrir, aun sabiendo que podía hallarlo en línea, quería tenerlo así, como es, libro físico y tangible, un gran libro y si no compré más del autor es por falta de recursos destinados a tal fin. Lo recomiendo.

Volví a la editorial. "Aventuras de Pickwick", de Charles Dickens. Creo que en mi mente se desprestigió este autor, apenas recuerdo el libro y ni siquiera lo recuerdo con buenos ojos, ya nada. Más me gustó "El sombrero de tres picos" (Pedro Antonio de Alarcón). Tenía un mejor detalle de los personajes y una jocosa tensión en la historia que abría mucho la curiosidad por saber su desenlace. Había pasado ya un año desde que empecé esta travesía de lecturas de historias, ahora estaba en marzo del 2014 y leyendo "Vacaciones en el infierno", un conjunto de historias de suspenso que involucraban mucho a seres sobrenaturales. Eran bastante buenas para entretener, pero si se las compara con las obras trascendentales que los críticos valoran, seguro no tenían tanta importancia, pero para mí ese libro es especial, pues me lo dio Sebastian cuando fui a visitarlo. Luego leí de Oscar Wilde "El fantasma de Canterville", título que decía en general, pero dentro del libro también se encontraba la historia de El ruiseñor y la rosa y El príncipe feliz. Leía esas historias por primera vez en muchos años y ahondaron en mí más de lo que esperaba, me hicieron llorar. Para colmo, luego leí "Un corazón sencillo", de Gustavo Flaubert y, si algo valoraré para siempre de esa novela, es que me enseñó que nunca debo tener un corazón sencillo, es un destino triste y solitario.

"El retrato", de Nicolai Gogol, una novela que me agradó, pero me agradó más la segunda parte... de todas formas se complementaban. Por esas fechas, desordenadamente leí también libros que me recomendaban por otros lados: Bajo la misma estrella, Magia de las cuerdas en la música universal y Boletín y elegía de las Mitas. Los tres libros eran valiosos en su género, impactantes, pero el Boletín y Elegía de las Mitas era especialmente doloroso, era demasiado real, es, por lo tanto, sumamente valioso para la historia. Siguieron libros que, a pesar de que leí, apenas recuerdo, y no sé por qué (seguramente no estaba en lectura atenta, o no me impresionaron del todo): "El jorobado Enrique de Lagardere", de Paul Feval y "Felipe Derblay", de Jorge Ohnet. Recordaría más la biografía de Alfredo Nobel, por Flores Lázaro, bastante sensible hacia el personaje, sumamente interesante (porque su vida también lo fue). Luego, por la universidad (aunque fue un buen libro), "Ecuador, señas particulares", de Jorge Enrique Adoum, bastante crítico sobre nuestra idiosincrasia. De vuelta a la editorial y a Flores Lázaro, la biografía de Marconi, la de Fleming, él era bueno en ese tipo de literatura, hay que decirlo. Siempre recalcó los ojos azules de estos personajes.

Seguí con "El capote", de Nicolai Gogol, que tenía un desarrollo interesante, lo recomiendo. Leí, -por segunda vez-, Malva, pero esta vez aprecié más esta historia, aunque sigo sin recordarla enteramente. Luego "El paraíso perdido", de John Milton, apenas en mi memoria y "El horla", de Guy de Maupassant, de lleno en ella, pues lograba tan bien el suspenso que la leí sin detenerme hasta el final, hasta saber qué pasaba. Después estaba "Tragedia", de Eurípides, aunque todavía me falta saber más sobre historia y mitología griega (aunque específicamente se desarrollaban los hechos en Troya. y, me alejé nuevamente para leer la trilogía de Mara Dyer (The umbecoming, the evolution, the retribution), escrita por Michelle Hodking. Esos tres libros me llenaron tanto de interés que no paré de leer ningún instante. Tengan la reputación que tengan las novelas juveniles, esa era memorable y la recomiendo ampliamente. Días después, y ciertamente la tenía pendiente, no recuerdo bien, leí "Glosa", de Juan José Saer. Recuerdo que el autor tuvo un tributo en una página de facebook, Memes literarios. Me dio tanto interés, y no fue en vano: su obra fue realmente una revelación, un estilo único del cual no quiero despegarme. Por la universidad, nuevamente, leí de mi profesor, el Mtro, Mario Godoy, "La música ecuatoriana"; una cronología sumamente documentada sobre el desarrollo de la misma, obra que muestra la cantidad de falencias que existen en el Ecuador con respecto a la música, terrible revelación, pero necesaria, una excelente obra, un necesario registro histórico. Como una obra de Juan José Saer no era suficiente, luego leí "La grande", la última novela que escribió, inconclusa, llena de referencias a "Glosa" (y según sé a otras de sus obras), seguí con "Civilización y filosofía en América Latina", de Enrique Aguilar, obra bastante pobre para las expectativas del público y, seguramente tiene que ver con la editorial, bastante llena de faltas de ortografía.

"Cómo se hace una tesis", del recientemente fallecido de Umberto Eco, una obra bastante útil y completa, "Las ciento veinte jornadas de Sodoma", del Marqués de Sade, obra perturbadora en muchos sentidos, por lo tanto, genial en su género, "Los juegos del Hambre", de Suzane Collins, honestamente más descriptiva que la película y que hubiera, a mi criterio, funcionado mucho mejor como un manga o un anime, "No le tema a triunfar", obra que apenas recuerdo de Roberto Shinyashiki, "Septiembre", de Luis Alberto Bravo, obra que compré, llena de referencias a partes de la cultura pop que apenas eran familiares, pero al final la historia se desenvolvía por sí misma alrededor de ellas y "La ética explicada a todo el mundo", de Roger-pol Droit, sugerida por la universidad, son las que he registrado hasta febrero del 2016. Me falta en esa lista anotar "Sofía", "Ética para Amador" y, si no hay más textos universitarios, es porque he anotado sólo los libros qu he leído completos, no fragmentos de los mismos.

Actualmente estoy leyendo Rayuela, de Julio Cortázar, obra que muchos conocen, compleja y larga, no me estoy apresurando con ella, pero a la vez leeré textos académicos para seguir con mi Disertación de grado. Por el momento me queda este registro, veré en el futuro cuánto más podré leer de mi misma casa, tan llena de historias, de misterios que sólo se revelan abriéndolas, empezando a descubrirlas. Tan sencillo y, en ciertas circunstancias, tan complejo, que algunos de estos libros no han sido abiertos en años y, quizás, décadas.


martes, 2 de febrero de 2016

Tres meses de clases

Fueron únicamente tres meses que estuve dando inglés y cultura estética, me "despidieron", el tiempo de prueba pasó. ¿Qué aprendí durante ese tiempo? Mucho de los estudiantes, mucho de mi misma, mucho del sistema, mucho de los profesores. Quien vaya a la escuela, quien quiera que sea, y no aprenda nada, no está utilizando bien sus funciones cognitivas.

Estando entre días buenos y malos hubo un patrón bastante interesante: los días malos eran aquellos en los que no escuchaba a los estudiantes. Parece lógico, ellos se rebelan cuando no son escuchados, pero nadie más lo hacía, era y sigue siendo extraño. Estaban muchos dispuestos a atender, unos pocos estaban dispuestos a retar, yo soy joven aún, no llegué a enojarme.

Sin embargo, tres días antes de retirarme, ya con el aviso presentado, estuve más decaída que de costumbre, ellos pudieron notarlo... unos dos o tres. Me dijeron que me quede, yo dije que contra las reglas es mejor no pelearse, así se evitan muchos conflictos en la vida, y también les dije que siempre elijan hacer lo correcto. Espero que lo entiendan.

Me dio pena retirarme, sin embargo, no me he detenido desde ahí. Como dije, aún soy joven, hay más cosas a las que puedo dedicarme, más instituciones, más proyectos, más actividades... perdí mi trabajo aquella vez (noviembre 2015), pero no perdí en realidad tanto. La vida de cambios y azares es mucho más interesante por el momento.

Conexión con la música tradicional

Y hablando de países, de globalización, de identificación e identidad, qué extraño que la gente de un sitio no conozca la música de su propio sitio, también llamada su música tradicional. A pesar de que se ve en forma común hoy en día, la ignorancia en este detalle tiene que ser superada a toda costa. Ya no deberíamos ser capaces de decir que no conocemos nada de la música de nuestra tierra, ¿no la escuchamos en cada fiesta tradicional?, ¿no se escucha en la radio cada vez que la encienden en el bus, en una tienda o, por alguna coincidencia, en la casa?
Seguramente no, han de mencionar algunos, quienes han cerrado su percepción ante aquellos medios que ya no representan valor alguno para ellos, para cierto grupo de gente en general. Pero si nos permitimos abrir nuestros oídos encontraremos muchas formas de música que están presentes y que, al parecer, no queremos reconocer.

Estas melodías tradicionales no están lejos, ¡están aquí!, ¿dónde están?, parecen realmente ausentes, opacadas por otras más interesantes. Por lo tanto estas melodías arraigadas con la tradición son audibles cuando uno apaga todo y busca, y tiene que buscar bien porque, si no, encuentra las canciones con voces desentonadas y de baja calidad que ahuyentan a quienes buscan a artistas perfectas y ritmos modernos, correctamente masterizados, ¿qué esperamos realmente de la música nacional?, ¿por qué parece tan inalcanzable e incomprensible con lo vasta que, según los investigadores, es?

Seguramente es porque buscamos en lados opuestos, seguramente es por el bajo apoyo, seguramente es porque realmente no hay música buena en este rincón del mundo... ¡no es así!, no lo es. La respuesta va como una cadena: para que nuestra música tenga apoyo, debe tener popularidad; para tener popularidad, debe tener difusión; para su difusión, es necesario que la gente quiera escucharla; pero para que la gente quiera escucharla, debe estar identificada con ella. Ahora el problema está en que si hemos estado en una identidad vaga y mestiza como la nuestra, nada autóctono nos pertenece, tenemos que buscar en lo que se dispone para las masas que somos dentro de una gran sociedad homogénea.

En todo caso, si nos ponemos en esa situación, la música autóctona, endémica y tradicional quedaría al nivel de algunos tipos de blues o jazz de los estadounidenses: es algo que todos pueden disfrutar, pero admiten que no a todos les pertenece, por lo tanto sabemos que están ahí y sabemos que, en su construcción y complejidad o simpleza, tienen un gran valor como géneros y como historias, pero no nos conectamos con ellos; en el fondo creemos que si entramos en su mundo estaríamos reorganizando nuestro ser en una nueva identidad para realmente entender, transmitir y sentir este tipo de géneros. Mientras no sea así, sólo quedamos como turistas dentro de aquel espectro ritual lleno de simbolismos que se encuentra en la música ancestral de nuestra patria, a menos que alguien la incluya de forma comercial en su marca de música pop para enriquecimiento sonoro. Después de todo, nosotros elegimos si nuestra identidad preferirá una conexión con "todo" el mundo o con una específica región que vive al lado de él en su propia forma de ver la identidad y, por lo tanto, la música que tiene.