martes, 17 de mayo de 2016

Libros que he leído

Desde el 2013, desde marzo, así marca la fecha del primer libro que anoté. No es el primero que he leído, pero desde ese momento quise tener un registro por la relevancia del libro y del objetivo que me planteaba: conocer, al menos una vez, todos los libros de la editorial Ariel Juvenil que yacen en mi casa, me parecía una falta de respeto no haberlos conocido, aun habiéndolos visto durante tantos años adornar el librero de la casa.

El primer título es "Las aventuras de Tom Sawyer", de Mark, Twain, un buen libro, de muy buena reputación histórica desde el autor. Debo decir que no es de mis favoritos, pero le doy su merecido valor como obra literaria. El siguiente, "Las mil y una noches", me agradó más por su complejidad y su forma de narrar dentro de narraciones, aunque no lo recuerde del todo. Sigue "Robinson Crusoe", de Daniel Defoe... había tenido muchas implicaciones sociales, aunque sólo se refiere a la sociedad, recuerdo haber cuestionado en más de una ocasión el pensamiento de Robinson, pero nada podía hacer ya por él: así había sido criado y así comprendía el mundo. "Simbad el marino" es un libro que leí, pero poco recuerdo de él, más viene a mí la película... obviamente, la había visto más veces que leído el libro. Por otro lado, "Corazón", de Edmundo de Amicís, está más en mi memoria por lo cálido de los personajes y lo desgarrador de la muerte de la madre de Garrón, creo que eso me marcó más en aquella obra, pero es muy rica en enseñanzas, la recomendaría a más de un estudiante y a cualquier padre y maestro.

Según la colección incompleta que tenía, seguía "Hucleberry Finn", de Mark Twain, otro libro famoso que no valoré, seguramente, porque no es de mis favoritos. Después, "Tartarín de Tarascón", un polo opuesto del anterior, pues de éste recuerdo mucho más, en especial lo fluido que era, lo gracioso y lo entrañable del personaje, tan simpático y bonachón. Alfonso Daudet, quisiera leer más de él, en aquel momento no lo hice porque me apresuré al siguiente libro: "Miguel Strogoff", de Julio Verne. No sé por qué no fue tan famoso como sus demás libros, pero debió ser una inspiración para el personaje de Kalimán, el héroe de la radio de hace ya muchos años, pues sí que transmitía emoción leer a este carismático hombre realizar sus hazañas en medio de la nieve y las inclemencias de la situación política en la que se desarrollaba la historia... quién diría que un mensajero y su aventura podrían ser tan interesantes. "El retrato de Dorian Gray seguía", recuerdo la historia, recuerdo saber que Oscar Wilde se proponía una novela de suspenso, pero no era extrema, mantenía, a mi parecer, un encanto poético en medio de su oscura ambientación. "Napoleón", de Flores Lázaro y "Cristóbal Colón", de Armonía Rodríguez fueron los siguientes libros, biografías, que no recuerdo a detalle, menos del primero que del segundo, sin embargo tenían una bonita redacción, más atrayente que las modernas biografías de los libros de texto, seguramente porque tenía una posición de los autores, no simplemente datos históricos.

Siguiendo con los libros Ariel Juvenil, de Rafael Sabatini leí "El capitán Blood", un libro que, lamentablemente, no recuerdo tan bien, pero recuerdo que era de piratas... debería volver a leerlo. El que no me inspira tanto volver a leer fue "La voz de las Campanas", de Charles Dickens, seguramente porque ya estoy empachada de su cuento de Navidad y este cuento me pareció enormemente similar en el fondo. Siguiendo, "El extraño caso del Dr Jeckill y Mr. Hyde", de Robert L. Stevenson, más oscura que la novela de Wilde, en estos tiempos es más predecible, pero sé que en su momento causó sensación, está bien lograda. "El último mohicano", para pesar mío, no regresa a mi memoria, supongo que no me gustó o que no lo leí con atención, apenas recuerdo de qué se trataba. Seguí con libros de otras editoriales, biografías: "Simón Bolívar" y "Luis N. Dillon", el segundo me interesaba más, estaba escrito por mi abuelo, Bolívar Bravo, periodista en su tiempo, ya bastantes años ahora. El libro es de 1978.

También leí la obra lírica de Juan Bautista Aguirre, se notaba que odiaba a Quito, pero era un gran poeta y escritor, me había gustado bastante. Volví a la colección y seguí con "Los miserables", de Víctor Hugo. Recuerdo que era ambientada en las épocas de la revolución francesa y otros detalles, pero quisiera volver a leerla para recordarla bien. "Un yanqui en la corte del Rey Arturo", por otro lado, tuvo la misma suerte que Simbad: pensé más en la película, pero no eran tan similares. Me salí de la colección de nuevo para visitar un libro que ya varias veces ha pasado por mí (y por muchas personas): "El principito", todavía hermoso y todavía lleno, no importa cuántas veces se consuma su lectura. Cambié a "La llamada de Chtulhu", de Lovecraft, en esencia porque a medias me encontraba /y me encuentro) de un trabajo llamado "El necronomicón", cuya introducción no deja de nombrar a esta obra y a este autor; obviamente abren el interés. Siguiendo, y porque el libro es de los más antiguos que hay en mi casa, leí "Nociones de historia de Roma por el profesor M. Creighton", de la universidad de Oxford, ahora ya un libro histórico en sí mismo. Tenía una prolija cronología de esta nación con descripción de todos sus emperadores, su ascenso y su caída. Si pudiera lo recomendara a todos, pero prestarlo en su estado sería perderlo para siempre. Seguía fuera de la editorial de mi objetivo inicial, pero no me detenía, leí "Arte Oral en el Ecuador"; de Alba Moya, un libro bastante interesante y "El fin del mundo y un siniestro país de las maravillas", de Haruki Murakami. Este libro es muy apreciado y lo recuerdo bastante, especialmente porque no estaba en mi casa, lo compré, lo quería comprar, lo quise descubrir, aun sabiendo que podía hallarlo en línea, quería tenerlo así, como es, libro físico y tangible, un gran libro y si no compré más del autor es por falta de recursos destinados a tal fin. Lo recomiendo.

Volví a la editorial. "Aventuras de Pickwick", de Charles Dickens. Creo que en mi mente se desprestigió este autor, apenas recuerdo el libro y ni siquiera lo recuerdo con buenos ojos, ya nada. Más me gustó "El sombrero de tres picos" (Pedro Antonio de Alarcón). Tenía un mejor detalle de los personajes y una jocosa tensión en la historia que abría mucho la curiosidad por saber su desenlace. Había pasado ya un año desde que empecé esta travesía de lecturas de historias, ahora estaba en marzo del 2014 y leyendo "Vacaciones en el infierno", un conjunto de historias de suspenso que involucraban mucho a seres sobrenaturales. Eran bastante buenas para entretener, pero si se las compara con las obras trascendentales que los críticos valoran, seguro no tenían tanta importancia, pero para mí ese libro es especial, pues me lo dio Sebastian cuando fui a visitarlo. Luego leí de Oscar Wilde "El fantasma de Canterville", título que decía en general, pero dentro del libro también se encontraba la historia de El ruiseñor y la rosa y El príncipe feliz. Leía esas historias por primera vez en muchos años y ahondaron en mí más de lo que esperaba, me hicieron llorar. Para colmo, luego leí "Un corazón sencillo", de Gustavo Flaubert y, si algo valoraré para siempre de esa novela, es que me enseñó que nunca debo tener un corazón sencillo, es un destino triste y solitario.

"El retrato", de Nicolai Gogol, una novela que me agradó, pero me agradó más la segunda parte... de todas formas se complementaban. Por esas fechas, desordenadamente leí también libros que me recomendaban por otros lados: Bajo la misma estrella, Magia de las cuerdas en la música universal y Boletín y elegía de las Mitas. Los tres libros eran valiosos en su género, impactantes, pero el Boletín y Elegía de las Mitas era especialmente doloroso, era demasiado real, es, por lo tanto, sumamente valioso para la historia. Siguieron libros que, a pesar de que leí, apenas recuerdo, y no sé por qué (seguramente no estaba en lectura atenta, o no me impresionaron del todo): "El jorobado Enrique de Lagardere", de Paul Feval y "Felipe Derblay", de Jorge Ohnet. Recordaría más la biografía de Alfredo Nobel, por Flores Lázaro, bastante sensible hacia el personaje, sumamente interesante (porque su vida también lo fue). Luego, por la universidad (aunque fue un buen libro), "Ecuador, señas particulares", de Jorge Enrique Adoum, bastante crítico sobre nuestra idiosincrasia. De vuelta a la editorial y a Flores Lázaro, la biografía de Marconi, la de Fleming, él era bueno en ese tipo de literatura, hay que decirlo. Siempre recalcó los ojos azules de estos personajes.

Seguí con "El capote", de Nicolai Gogol, que tenía un desarrollo interesante, lo recomiendo. Leí, -por segunda vez-, Malva, pero esta vez aprecié más esta historia, aunque sigo sin recordarla enteramente. Luego "El paraíso perdido", de John Milton, apenas en mi memoria y "El horla", de Guy de Maupassant, de lleno en ella, pues lograba tan bien el suspenso que la leí sin detenerme hasta el final, hasta saber qué pasaba. Después estaba "Tragedia", de Eurípides, aunque todavía me falta saber más sobre historia y mitología griega (aunque específicamente se desarrollaban los hechos en Troya. y, me alejé nuevamente para leer la trilogía de Mara Dyer (The umbecoming, the evolution, the retribution), escrita por Michelle Hodking. Esos tres libros me llenaron tanto de interés que no paré de leer ningún instante. Tengan la reputación que tengan las novelas juveniles, esa era memorable y la recomiendo ampliamente. Días después, y ciertamente la tenía pendiente, no recuerdo bien, leí "Glosa", de Juan José Saer. Recuerdo que el autor tuvo un tributo en una página de facebook, Memes literarios. Me dio tanto interés, y no fue en vano: su obra fue realmente una revelación, un estilo único del cual no quiero despegarme. Por la universidad, nuevamente, leí de mi profesor, el Mtro, Mario Godoy, "La música ecuatoriana"; una cronología sumamente documentada sobre el desarrollo de la misma, obra que muestra la cantidad de falencias que existen en el Ecuador con respecto a la música, terrible revelación, pero necesaria, una excelente obra, un necesario registro histórico. Como una obra de Juan José Saer no era suficiente, luego leí "La grande", la última novela que escribió, inconclusa, llena de referencias a "Glosa" (y según sé a otras de sus obras), seguí con "Civilización y filosofía en América Latina", de Enrique Aguilar, obra bastante pobre para las expectativas del público y, seguramente tiene que ver con la editorial, bastante llena de faltas de ortografía.

"Cómo se hace una tesis", del recientemente fallecido de Umberto Eco, una obra bastante útil y completa, "Las ciento veinte jornadas de Sodoma", del Marqués de Sade, obra perturbadora en muchos sentidos, por lo tanto, genial en su género, "Los juegos del Hambre", de Suzane Collins, honestamente más descriptiva que la película y que hubiera, a mi criterio, funcionado mucho mejor como un manga o un anime, "No le tema a triunfar", obra que apenas recuerdo de Roberto Shinyashiki, "Septiembre", de Luis Alberto Bravo, obra que compré, llena de referencias a partes de la cultura pop que apenas eran familiares, pero al final la historia se desenvolvía por sí misma alrededor de ellas y "La ética explicada a todo el mundo", de Roger-pol Droit, sugerida por la universidad, son las que he registrado hasta febrero del 2016. Me falta en esa lista anotar "Sofía", "Ética para Amador" y, si no hay más textos universitarios, es porque he anotado sólo los libros qu he leído completos, no fragmentos de los mismos.

Actualmente estoy leyendo Rayuela, de Julio Cortázar, obra que muchos conocen, compleja y larga, no me estoy apresurando con ella, pero a la vez leeré textos académicos para seguir con mi Disertación de grado. Por el momento me queda este registro, veré en el futuro cuánto más podré leer de mi misma casa, tan llena de historias, de misterios que sólo se revelan abriéndolas, empezando a descubrirlas. Tan sencillo y, en ciertas circunstancias, tan complejo, que algunos de estos libros no han sido abiertos en años y, quizás, décadas.