lunes, 24 de marzo de 2014

Dragón del miedo y la duda

Enfrentar la frustración no es nada sencillo. Superarlo es una tarea ardua que plantea preguntas cuyas respuestas muchas veces no podemos ni queremos oír. Estar viendo que a pesar de hacer lo que uno considera esfuerzo los resultados no estén a la altura de las expectativas llega a nublar la mente y los ojos en un dolor más allá de una simple bofetada. Quizás lo peor son las preguntas: ¿Por qué no pude?, ¿qué se supone que debí hacer mejor?, ¿por qué no me di cuenta?, ¿qué debo hacer ahora?... En realidad poner excusas es sencillo, pero no es eso lo que un profesor quisiera oír, nadie lo quisiera oír. En esos momentos sólo aplican el "o está bien, o está mal", sin explicaciones, porque "quien en verdad quiere no pondría excusas"... pero ¿cómo avanzar personalmente si la única falla, según eso, es uno mismo?... parece un juego donde nuestro soporte personal, nuestra motivación, estuviera a punto de caer mientras buscamos al menos una mínima cuerda para sostenerlo.No parece justo, pero en momentos de frustración, cuando pesa más la soledad y la tristeza se siente como si fuera el caso, y se tambaleara más y más, haciendo cuestionar incluso el motivo inicial de nuestra labor, de nuestro aprendizaje, de nuestros esfuerzos.
Pareciera nuevamente aquel castillo el dragón del miedo y la duda que escupe fuego hasta por los ojos, que nos hace retroceder, que dice ser tan real como nuestras frustraciones, que da la sensación de lo que representa. Es más difícil luchar contra eso de lo que parece. 

El miedo... ¿a qué le sigo teniendo miedo?, ¿por qué aún lo tengo?, a pesar de todo lo que aprendo y reflexiono, y lucho, no logro hacer aún que se vaya...

La duda... ¿cuáles son realmente mis dudas?, ¿de dónde vienen?, ¿qué me falta por hacer para que desaparezcan?, esas dos cosas que aún no logro superar, todas esas preguntas que aún no logro responder son detonantes secundarios de mi frustración. El principal fue que mis estudios no hayan valido la pena: todavía no lo puedo hacer bien; aunque haya querido, aunque me haya esforzado, aunque lo haya intentado, sigo sin poder hacerlo bien.

¿Y qué hacer ahora?, no sé exactamente cómo resolverlo... quizás nadie lo sepa con certeza aún, pero sí sé qué es lo que quiero hacer, y es seguir intentándolo. Tal vez cueste más de lo que imagino, siempre es más alto el techo cuando encuentro la manera de subir un poco, pero de eso puedo seguir viviendo por un tiempo más, de intentos. No puedo dejar de esforzarme intentándolo, aunque fracase mil veces. Porque entre todas las actividades de mi vida, ésa es más importante, ésa es la que quiero hacer mejor que cualquiera, ésa presenta el reto que aún no puedo vencer: es el violín, es la música. Seguiré teniendo en cuenta que cualquier esfuerzo por ella es poco, pero seguiré intentando, de todas las opciones esa es la única viable.

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